lunes, 6 de mayo de 2013
Dictado
Por fin habíamos llegado. El monitor estaba explicando una vez más las normas mientras iba distribuyendo los chalecos salvavidas y los cascos. Un cartel prohibía subir a las balsas sin las medidas de seguridad adecuadas. En las balsas solo solo cabían cuatro personas, además de un monitor. Me senté y comenzé a remar. A medida que nos acercábamos al borde de las cascada, el pánico me invadió. Sabía que no pasaría nada, que íbamos a pasar un buen rato muy divertido pero eso no contribuía a que me tranquilizaba. Mi valentía debía de estar de vacaciones. De repente, cuando estábamos a punto mis miedos se iban desvaneciendo. La balsa de precipitó por la cascada y ¡zas! Al llegar al fondo recibimos un buen baño de espuma.
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